Publicación: 9 de Noviembre de 2017
Autoría: Aquileo Venganza
Las decisiones irresponsables de quienes informan, devienen en un público igualmente irresponsable, sobre todo frente a los temas que más le atañen a su entorno social, en este caso el problema de las drogas.
El pasado fin de semana los medios de comunicación nacionales de mayor reconocimiento, en prensa, radio, televisión y demás, se dieron un descomunal festín con un hecho noticioso que prendió las alarmas de una sociedad que vive supuestamente alerta de su propia desintegración.
A raíz de este banquete carroñero se erigió un nuevo conocimiento, una frase que agrupa, define y ejemplifica la manera decididamente oportunista e irresponsable en la cual se abordan los temas coyunturales: ‘La droga zombie está devorando a los jóvenes colombianos’.
Este titular se expandió a lo largo y ancho de la geografía nacional (para recurrir a un cliché periodístico), excediendo los límites de la ciudad donde se presentó el suceso, a partir del cual se ‘descubrió’ esta nueva amenaza para el tejido social. Una amenaza que, aunque se mantiene en constante actualización, está perpetuamente ligada a la historia y la memoria nacional.
Un descubrimiento de tal magnitud no puede dejarse pasar desapercibido entre la opinión pública, eso sería una falta al quehacer noticioso, sin duda alguna. Pero más aún que dejar de informar el más grande delito que buscan evitar las empresas y los empresarios de la información, es precisamente ese: dejar pasar, que la información no sea capaz de impactar y dejar una marca profunda en el usuario, una herida que le indique que necesita saber más y que nosotros le podemos enseñar. Y no hay manera más provechosa y duradera para marcar nuestro rebaño, que utilizando el miedo.
Dejar pasar es inadmisible, es un delito casi tan grave como los ilustrados en la crónica roja. Dejar pasar es perder, y perder muchas cosas: dinero, exclusividad, contactos, oportunidades, publicidad, clicks, likes, autosuficiencia. Es criminal para una empresa perder una oportunidad como esta. Que un grupo de jóvenes, entre ellos un menor de edad, terminaran hospitalizados y convulsionando por una mezcla de drogas ilegales y además adulteradas. Un gran negocio, no solo para el microtráfico.
Parece una broma que las personas, que realmente se dedican a informar y realizar procesos pedagógicos realistas frente a la droga, tengan que salir a realizar un arduo trabajo de lobbying para que esos mismos medios que ‘crearon’ la ‘Droga Zombie’, reconozcan que los ‘Zombies’ no existen, pero las drogas y las consecuencias de su consumo, sí. Este fue el caso de Julián Quintero, Director de Acción Técnica Social, y uno de los críticos más comprometidos frente al tratamiento de las drogas en el periodismo.
Y no es exagerado decir que fueron los medios los que crearon la Droga Zombie, como no es exagerado achacarles la creación de tantos otros mitos entorno al consumo de drogas y los diferentes estupefacientes que son sintetizados a diario en todo el mundo.
En ningún momento quiero desconocer las consecuencias globales del consumo irresponsable de drogas, pero sí reconocer que descontextualizar y adjudicar características fantásticas y paranormales a una situación que habla muchísimo del tambaleo de las sociedades contemporáneas no es ninguna ayuda pedagógica, es negarle al lector, televidente o radioescucha, el chance de mirar hacia adentro, enviándole siempre la culpa a otro y alimentando una guerra que no tienen un final cercano hasta que cada actor de la sociedad se decida a educar e investigar, más que a producir y vender.
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