Opinión

María Elena y su lucha por mantener viva la memoria de Cristhian Hurtado

10 minutos

Publicación: 04/12/2024

Autoría: Laura Ruíz

“No muere quien jamás se olvida”

Una memoria viva de Cristhian

María Elena, madre de Cristhian Hurtado, lucha cada día por mantener viva la memoria de su hijo. Lo recuerda en cada momento, a través de canciones, texturas, labores, aromas, porque la memoria de nuestros seres queridos vive siempre presente en el cuerpo.

María Elena recuerda el último cumpleaños que compartió con su hijo, ese 26 de agosto, día en que cumplió 27 años. Él le pidió que le preparará su comida favorita: pasta con pollo. “Yo quiero esa pasta bien severa como la que tú sabes hacer”, le dijo.

María Elena: Esa pasta quedó deliciosa y se la disfrutó con tantas ganas. Hoy en día siento que fue una manera de despedirnos y me siento tranquila, porque le di gusto a mi hijo en lo que a él le gustaba. Catorce días después, fue su muerte, su asesinato. 

María Elena también recuerda sus raíces de la costa norte de Colombia que siempre la acompañan. Narra que sus hijos, a pesar de haber crecido en el municipio de Soacha, también guardan en la memoria sus raíces costeñas. Cristhian, especialmente, disfrutaba los platos típicos que le preparaba su madre que le recordaban su lugar de origen: la mojarra, el mote de queso, el arroz con coco y patacón. 

En esa búsqueda de volver a la memoria a través de los sentidos, María Elena recuerda el olor de la loción que su hijo siempre se ponía, era un perfume de Ésika, de los productos que ella vendía, y que Crithian siempre le pedía que le guardara junto con una espuma de afeitar. 

Así es como la cotidianidad hace parte de la memoria, y en el proceso de transitar su duelo, Maria Elena evoca a Cristhian pensando en la última película que compartieron juntos en el cine, en las palomitas dulces que comieron esa vez, o en  la bufanda de color vino tinto con negro “ piel de durazno” que le gustaba usar a Cristhian para abrigarse del frío. Se cuidaban mutuamente, cuenta María Elena,  quien para sentirse abrigada por el recuerdo de su hijo, prepara  una colada dulce de arequipe y maicena, como se la hacía a él para  los días fríos.

El baúl de los recuerdos

María Elena toma entre sus manos el libro La tristeza de las cosas, de María José Ferrada, pasa página tras página y lee el siguiente fragmento: Le pido al dios del despojo, dios vacío, que cuide de tus cosas, las abrace. Al leer esta frase observa el altar de la memoria que ha ido construyendo con los objetos que le recuerdan a su hijo. 

Este libro está basado en la historia de miles de jóvenes que, como Cristhian, al salir de casa, no volvieron jamás, y en su lugar dejaron todos aquellos objetos que guardan sus memorias. Y que hoy acompañan a sus familiares, que no olvidan, ni nunca olvidarán. 

Durante la entrevista María Elena muestra un muñeco tejido, dice que se parece a él con sus bufandas y su barba, lo coloca suavemente en el altar al lado del calor de una vela, lo mira y dice: “todo esto es por ti, hijo, por tu memoria”. Según cuenta, cada pequeño objeto de él es sagrado, y contiene una historia vital, tanto para ella como para su familia. El altar contiene cartas, mensajes de sus hermanas y familiares, una virgen protectora, el fuego siempre encendido de una vela, muchas fotografías de cada encuentro familiar, y hasta un escudo de millonarios, equipo del cual era hincha. También allí se encuentran los objetos que simbolizan la lucha por mantener viva la memoria de Cristhian, un tejido de su rostro hecho con detalle y cuidado con hilos y chaquiras pequeñas de colores; carteles que manifiestan: “No muere quién jamás se olvida”. 

 María Elena: A él también le encantaban los caballos. En esta fotografía se encontraba en una finca de Sibaté, ahí solía ir a montar y disfrutar del campo; era un aventurero y un amante de la vida. Como su madre, me duele profundamente que la policía le haya arrebatado sus sueños. Siempre defenderé su memoria y no permitiré que nadie difame su nombre. 

¿Qué ocurrió la noche del 9 de septiembre? 

En el siguiente fragmento encontramos el testimonio de María Elena, madre de Cristhian Hurtado, uno de los 14 jóvenes asesinados la noche del 9 de septiembre en manos de la violencia y el abuso policial. En este testimonio, se narra cómo vivieron ella y sus familiares esa noche en que Cristhian fue asesinado. 

María Elena: “La noche del 9 de septiembre, cuando ocurrió la masacre, todo comenzó con la muerte del abogado Javier Ordóñez a manos de la policía en Bogotá. La indignación fue tal que muchos jóvenes salieron a protestar y, en varios lugares, atacaron los CAIs de la policía llenos de rabia e inconformidad. En Soacha, donde vivíamos, no fue la excepción.

Aunque esa noche mi hijo no estaba manifestándose, debo decir que, en otros momentos, sí había participado en marchas. Era un líder desde su época en la Universidad de Cundinamarca, donde luchaba contra la minería ilegal que destruye los cerros de San Mateo y la contaminación de los ríos. También lideró muchas causas ambientales en Soacha, pues amaba la naturaleza y la justicia.

Esa noche, sin embargo, él no estaba en la calle; de hecho, llegó de trabajar, pasó a visitarme, luego fue a su casa, donde vivía con su pareja. En ese momento, vieron en redes sociales un video en vivo en el que la policía golpeaba brutalmente a un joven, quien, entendí después, era un compañero suyo de la universidad. Su indignación fue tal que le dijo a su pareja: “No podemos quedarnos sin hacer nada; no es justo que la policía sea tan abusiva”. Salió de inmediato de su casa, impulsado por la rabia y la necesidad de defender a su amigo.

Mi hijo salió alrededor de las 9:50 de la noche del conjunto residencial donde vivía, y menos de quince minutos después, ya lo habían asesinado. Solo llevaba puestas sus zapatillas, pantaloneta, camiseta y cachucha, que era como todos lo conocían aquí en el municipio. La misma comunidad que lo conocía fue la que intentó ayudarlo cuando cayó. Otra chica también fue golpeada brutalmente por la policía al intentar protegerlo.

Después de esto, mi nuera comenzó a llamarlo insistentemente. Sin embargo, ya no le contestaba. Fue entonces que, finalmente, un patrullero de la policía respondió su celular, pidiéndole que llevara sus documentos al hospital cardiovascular, pues según él, mi hijo estaba gravemente herido. Hoy, cuatro años después, sé que eso era mentira; mi hijo llegó al hospital sin signos vitales.”

¿En qué va el caso judicial de Cristhian Hurtado?

El caso judicial de Cristhian Hurtado, como el de muchas familias víctimas del 9 y 10 de septiembre del 2020, avanza a pasos lentos e inestables, lo que representa, no solo una incertidumbre para las familias, sino una revictimización. 

Muchos familiares de las personas asesinadas esa noche, denuncian que se han enfrentado a múltiples barreras para acceder a la justicia. Algunos se han enfrentado a amenazas, burlas, estigmatización o perfilamientos; que generan una sensación de miedo, angustia, y dificultades para enfrentar el duelo de perder a un ser querido en estas condiciones de violencia. Sin embargo, esto no ha impedido que los familiares continúen en su búsqueda de justicia, verdad y reparación simbólica.

Carolina Hurtado, hermana de Cristhian, cuenta que desde hace cuatro años se ha enfrentado a la negligencia por parte de la institución de la Policía Nacional, pues en medio de la investigación de lo ocurrido esa noche, que está llevando la Fiscalía de Derechos Humanos, no ha encontrado respuestas, declaraciones, o una reparación que pueda contribuir a esclarecer los hechos. 

Carolina Hurtado: “Para hablar del proceso de Cristhian, es necesario mencionar a todas las víctimas del 9 de septiembre, porque el caso se ha planteado como un macroproceso para que las 14 familias afectadas esa noche puedan avanzar. Lamentablemente, la Fiscalía ha optado por llevar los casos de manera individual o por sector. Por ejemplo, en el Verbenal fallecieron algunas personas, y lo mismo en Suba y en Soacha. Las personas víctimas a las que se les encontró un proyectil han podido avanzar en el proceso, ya que se identificó quién fue el responsable. Sin embargo, las personas que no tienen un proyectil asignado, como es el caso de Cristhian, deben demostrar qué tan cerca estuvieron esa noche con quienes sí lo tienen para poder avanzar.

En el caso de Cristian, no hay un autor material identificado, pero sí un autor intelectual que es la policía. A cuatro años de lo ocurrido, el proceso no ha avanzado mucho, porque no se ha podido identificar al responsable, y tampoco ha habido un reconocimiento institucional de la policía para aceptar que fallaron esa noche. No ha habido avances ni en el ámbito penal ni en el administrativo. Los casos avanzan a un ritmo lento y sin pasos firmes, lo cual es complicado. Esperamos que el caso de Anthony Gabriel Estrada, el único en el que se confirmó el proyectil, ayude a que los casos de Soacha puedan progresar en términos legales”. 

Este testimonio, nos muestra que, al llevar los casos de manera individual, esto impide reconocer que lo que ocurrió la noche del 9 y 10 de septiembre fue una masacre, ya que fueron asesinados 14 jóvenes de manera sistemática, y no son casos aislados. Al ver estos casos de manera sistemática, se podría investigar qué ocurrió dentro de la institución esa noche, y así poder esclarecer los hechos, y que tanto la institución, como los miembros responsables, respondan por sus actos. 

Carolina: “La Fiscalía General de la Nación ha trasladado este caso a la Fiscalía de Derechos Humanos. Nosotros, o más bien la información que tenemos de ellos, refleja que han estado dispuestos a hablar con nosotros y mostrarnos el avance del proceso, explicándonos qué han hecho. Sin embargo, comprendemos que la policía y la institución mantienen un pacto de silencio. Entonces, cuando existe un pacto de silencio, lo único que queda es trabajar con la información disponible y lo que se ha recolectado para intentar llegar a una condena de los responsables y ver qué posibilidades hay de romper ese pacto, de modo que puedan surgir más evidencias sobre lo ocurrido.

La investigación ha avanzado o ha tomado un rumbo que, para nosotros, puede parecer negligente. Lo veía así hasta hace unos meses, pero cuando pude sentarme con ellos y ver cómo ha sido el proceso de investigación, entendí que el problema radica en que las personas involucradas y la institución misma no han colaborado para esclarecer los hechos.

Hemos hecho saber a la policía nuestra necesidad de justicia y les hemos dicho: «Vean, esa noche fallaron. ¿Dónde está el reconocimiento y el apoyo de ustedes para la investigación?» Lo que más necesitamos es ese reconocimiento de justicia.

Caminar el duelo 

“Esta cerámica está bastante destrozada, así como me sentí yo cuando murió mi hijo. Me sentí tan rota como está ahora esta cerámica”, narra María Elena, mientras procura reconstruir una pequeña pieza de cerámica con resina dorada. Con esta práctica, conocida como kitsugi, se busca reparar los objetos cuando se rompen, como una metáfora de las cicatrices de la vida. En esta técnica se busca resaltar los fragmentos quebrados con resina dorada, como una forma de mostrar que, en ese quiebre, hay una historia puntual que vive y tiene memoria, así como las cicatrices que habitan en nuestro cuerpo y nuestro corazón. 

Al encontrarse con estos fragmentos rotos, sin ninguna forma, algunos tan pequeños y otros tan grandes, es difícil que esta pieza vuelva a quedar como antes; pero aun así María Elena busca la manera de repararla con silicona y escarcha dorada. “Es difícil, porque, aunque intento unir las partes, no encuentro los pedazos. No hay forma de que vuelva a quedar como estaba” dice. Mientras ella va uniendo las piezas, va narrando cómo ha transitado el duelo, y en qué partes de su cuerpo siente ese dolor. 

María Elena: Lo siento en el corazón; siempre está ahí, por más que trate de recordar y visibilizar. Hay días que soy de carne y hueso, y hay días en los que me descompenso y lloro, porque es un dolor que no se irá jamás. Solo aprendemos a vivir con él.

Sin importar que no quede perfecto, ella va sosteniendo el pocillo con cuidado, recuerda cómo ha caminado el duelo durante cuatro años, acompañada de su familia, y a veces sola, pero siempre con una vela encendida en el altar con las fotografías de su hijo y un fuego vivo en su corazón.

María Elena: Siento que si arreglar mi corazón o mi alma fuera tan fácil como arreglar esta cerámica sería maravilloso. Pero ese vacío, ese dolor, siempre van a estar ahí. Mi corazón quedó fragmentado esa noche fatídica del 9 de septiembre, cuando me llamaron al hospital y me dijeron que había tenido un accidente. Llegué allí llena de esperanza, solo para darme cuenta de que él ya no estaba con vida. Por más que lo intente, esa herida no se va a cerrar jamás.

Por otro lado, María Elena también recuerda esos momentos en los que puede volver a sentir calma o esperanza en medio de todo el dolor. Cuando puede volver al altar que se encuentra en su casa, al revivir el momento en que estuvo en el mar recordando a Cristhian y sintiendo que a través de las olas podía hablar con él, o cuando cocina las comidas preferidas que ella podía prepararle a su hijo, y que le hacían tan feliz. 

María Elena: Cuando estoy frente al altar que tengo para él, con su foto, me siento serena. Sé que ya no está en este plano, pero siento paz al saber que ahora está tranquilo y en paz, lejos de este mundo tan injusto. También sentí esa paz cuando estuve frente al mar. Son lugares que me dan calma y tranquilidad.

También cuenta que, como parte de su proceso, ahora ha aprendido a bordar en medio de cada uno de los ejercicios de memoria en los que ha participado para honrar la vida de Cristhian. En su altar, se encuentra ese retrato que ella aprendió a tejer con ayuda, para poder tejer la memoria, y hacerlo en compañía de personas que han sido víctimas de esta misma situación, y que, al juntarse, es posible seguir luchando sin estar solas, sino seguir para no permitir que estos casos queden en la impunidad. 

María Elena: Ahora me gusta bordar. Antes no lo hacía, pero después de su partida empecé a bordar su nombre y su rostro. Con unos compañeros, bordé su imagen en chaquiras. También pertenezco al MOVICE (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado), donde he encontrado apoyo y he aprendido a tejer la memoria de mi hijo. También me siento en paz cuando cocino, especialmente los platos que a él le gustaban; me da tranquilidad, amor, y aunque lo recuerdo con nostalgia, también con mucho cariño. 

Por su parte, Carolina, hermana de Cristhian cuenta que para enfrentar su duelo ha acudido a apoyo psicológico, pero este apoyo no ha venido de ninguna entidad del estado, sino de un proceso que buscó por sus propios medios,  para ella y  para sus padres. Ella narra que el duelo es algo con lo que se debe aprender a lidiar, desde un lugar que valide todas las emociones, y que, tal vez no es algo que se supera, sino que te acompaña siempre, y forma parte de tu historia. 

Carolina: El duelo, para mí, ha sido un proceso transformador. Llevo cuatro años con él y siento que no se supera, sino que se aprende a vivir con él. Es importante permitirse sentirlo, algo que muchas veces no hacemos. Creemos que el duelo es solo cuando lloramos o enterramos a nuestro familiar, pero el duelo es siempre. Si escuchas una canción que te recuerda a esa persona y sientes tristeza, debes permitirte sentirla; lo mismo con la felicidad. Para mí, el duelo es permitirme sentir mis emociones cuando surgen, y eso me ha ayudado a transformarlo.

Quisiera recordar siempre a mi hermano con la siguiente frase: "El hombre es más grande que la distancia." Yo creo que a veces no sabemos qué tan distantes podemos estar, pero el amor siempre nos lleva de vuelta a esa persona. Esa frase tiene un gran significado para nosotras, especialmente en este proceso que estamos viviendo. Eso es lo que creo sobre el duelo, en él se sienten muchas emociones, como rabia, tristeza, alegría, y es importante permitirnos sentirlas de muchas maneras.

Es así como María Elena, Carolina, sus familiares y amigos, siguen luchando después de cuatro años, para seguir manteniendo viva la memoria de Cristhian Hurtado, y recordarlo como la persona que fue: un líder social, que defendía los ríos y las montañas de la minería ilegal, el joven que le gustaba ayudar y aportar en su comunidad, en el municipio de Soacha. Pero también, el hermano, amigo, hijo, que siempre estuvo acompañando a sus seres queridos, desde su cariño, y calidez; el joven que soñaba con ir al mar, el que amaba leer, ir al cine, y ponerse bufandas para el frío. Recordar a Cristhian y honrar la lucha de todos sus familiares. 

En este momento, también siguen naciendo iniciativas para conmemorar la historia de Cristhian a través de la Fundación Cristhian Hurtado, tu memoria abre las puertas del futuro,  iniciativa que se está gestando gracias a los proyectos de memoria que han realizado como el documental Traer su vida a la vida del colectivo Narrar es Narrarse. Esta Fundación busca preservar la memoria de Cristhian, apoyando a niños, niñas y jóvenes para seguir construyendo paz y memoria a través del arte y el deporte, dos actividades que le apasionaban a él en vida y que, con la fundación, se busca que su memoria siga floreciendo. 

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*Fue un líder juvenil, estudiante de la Universidad de Cundinamarca y electricista del relleno sanitario Doña Juana. Fue asesinado frente a la Estación de Policía de Ciudad Verde en Soacha la noche del 9 de septiembre del 2020, durante la Masacre Policial.

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