Opinión

Pelé y Pumarejo, los rostros detrás del nombre del Parque Brasil en Teusaquillo

20 minutos

Publicación: 28 de octubre de 2020

Autoría: Omar Pacheco

Al ver el mapa de Bogotá, da la impresión que en ella se encuentran incrustadas partes de ciudades y países de Sudamérica y del mundo, entre sus carreras, calles, barrios y parques. No es extraño ir por la Avenida Caracas y de repente cruzarse con Palermo, barrio Palermo, homónimo de la ciudad italiana capital de Sicilia. O mantener el rumbo hacia el norte de Bogotá por la misma Caracas y encontrar una intersección entre la capital de Venezuela y Chile en la calle 72, diferente a la que hubo durante el golpe militar y la instauración de la dictadura de Pinochet en 1973, en el que Venezuela fue uno de los principales destinos que tomaron los exiliados del cono sur. Y así, se va a encontrar con un Buenos Aires, Lisboa, Islandia, Escocia, Nuevo Chile, Montevideo, Ayacucho, y hasta un parque llamado Brasil.

Al ingresar a la localidad de Teusaquillo por el barrio La Magdalena, en dirección al parque Brasil, hay un cambio en el trazado urbanístico y arquitectónico en relación a las zonas circundantes, Karl Brunner propuso un estilo de construcción inglés, con urbanizaciones abiertas, jardines amplios y coloridos, con aceras generosas, corredores verdes y parques para el disfrute paisajístico de los habitantes.

Al llegar al parque, por cualquiera de sus entradas, es inevitable no distinguir el majestuoso Cedro Nogal al horizonte, un gigante de más de diez años y veinte metros de altura, un árbol patrimonial, que sirve de casa a una pareja de búhos. Se puede acceder llegando por la Calle 39 de occidente a oriente u oriente a occidente; por el sur por la cra 17ª, limitando con la sede del Polo Democrático Alternativo; por el sur oriente por la cra 17 y de norte a sur por la cra 18.

El origen del parque se relaciona con una de las primeras construcciones del sector, propuesta por María López Michelsen en 1939, el Colegio las Hijas de María. Una construcción colonial alemana, con espacios grandes, que no fueron suficientes para el disfrute de las estudiantes, por lo que surgió la necesidad de construir un espacio para la recreación. Es así como al trazado vial y de desarrollo urbano, iniciado por Brunner, se le uniría el Parque Brasil.

En el trazado paralelo del parque a la cra 17, el suelo es diferente al del resto del parque, son ondulaciones semejantes a las que puede encontrarse en las playas de Copacabana en Rio de Janeiro, São Paulo y de las que hay en la Plaza Rossio de Lisboa, un símil de las ondas electromagnéticas de menor frecuencia. En medio, se encuentra uno de los tantos bustos en honor a extranjeros que existen en varios sectores de Bogotá; en este caso es el busto del diplomático José María Da Silva Paranhos, que se encuentra al lado de un Guayacán de Manizales esplendoroso.

El parque destaca una diversidad en su flora, cuenta con vegetación nativa colombiana y alguna bogotana formando una especie de bosque entre los que se incluyen los: sauces llorones, cerezos, araucarias, urapanes, chicalás, carboneros morados y jazmines del cabo.

En medio, hubo una serie de plantas nativas de la sabana de Bogotá, fueron sembradas durante la intervención realizada por la Bogotá Humana, hoy, se desarrolla una obra de cemento.

Un cordón de árboles medianos rodea la entrada norte, hay un hall que conecta con las pérgolas del parque. El suelo es de ladrillos, en cada costado hay dos bancas y en el lado occidental están las atracciones infantiles. Hay dos estructuras coloridas, con resbaladillas una recta de color amarillo, y otra naranja en forma de espiral. En un costado están los culombios, dos niñas compiten por cuál de ellas se acerca más al cielo.  Los gritos, las risas, los padres y madres intentando controlar las diferentes situaciones ocupan el espacio de juegos. En las bancas reposan hombres y mujeres, unos conversan, otros juegan con los perros, corren por todas partes aprovechando sus minutos al aire libre.

No se encuentra, no en el momento de la visita, nadie que hable portugués, o algún otro idioma. En los alrededores del parque Brasil, y en general en todo Teusaquillo, hay mucha población extranjera, de muchos lados del mundo. La población de Teusaquillo es muy variopinta, existe un sincretismo cultural precisamente por la cantidad de personas de diferentes lugares del mundo y también de diferentes regiones del país que llegaron aquí, explica Clemencia Guzmán historiadora experta en Teusaquillo, recordando la cantidad de nacionalidades que a esta localidad han llegado. Lo más curioso, comenta Clemencia, es que se han asentado en la UPZ 101, la cual fue diseñada, cimentada y apropiada por la élite bogotana y por la aristocracia campesina colombiana, la cual debió salir del campo por la violencia.  

Pero la violencia en otros países y las políticas del estado de Pumarejo, produjeron una fuerte migración a Colombia, en este caso a Bogotá. Judíos de Europa Central: Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, por la persecución nazi; sirio-libaneses; desplazados por el genocidio armenio, llevado a cabo por los  Jóvenes Turcos que se  toman el poder y comienzan la reorganización de Turquía, asesinando, en especial,  a los kurdos; de España, llegaron vascos provenientes de Guernica, luego que Franco permitiera a Hitler probar sus aviones en esa ciudad”, termina Clemencia, maravillada, por toda las nacionalidades que llegaron a este sector y por toda la hibridación cultural que se forjó a partir de esos acontecimientos.  

Muchos de los extranjeros que llegaron eran arquitectos, aún se puede ver sus legados, así que ayudaron a consolidar una localidad más organizada en lo urbanístico y vial, proponiendo una serie de edificaciones eurocéntricas propicias para el entorno en el que se desarrolló el Brasil de Bogotá. De ahí que esta localidad tenga una oferta cultural tan generosa y tenga una diversidad gastronómica amplia.

Las calles, construcciones y parques, tienen historias, como muchas que guarda esta localidad. En los 70’s, una de las selecciones más grandes que ha tenido Brasil, se hospedó en uno de los hoteles que quedan alrededor del parque, en el Hotel Comendador. Para el mundial de México 1970, los brasileros eligieron Bogotá para aclimatarse. Ciudad de México y Bogotá tienen una altitud similar. La visita del seleccionado verdeamarela llenó de magia el césped del parque. Tener a grandes estrellas en un campo, en la cancha del barrio, es como si el sueño de muchos se hubiese vuelto realidad. Ver a Pele, Jairzinho, Rivelinho, Tostao… tocando el balón, jugando un picadito, e inclusive, poder en algún momento tocar la pelota con ellos, es algo que por momentos parece irreal, pero pasó en un parque de Teusaquillo.

Este parque rompió con el juicio de varios jovencitos que lograron ver al ‘Rey’ Pelé y además cargar sus cosas. Hay situaciones que parecen salidas de la ficción, pero esto qué le digo es real, aunque esto es Colombia, acá todo puede pasar, menciona entre risas Clemencia.

Clemencia conoce mucho del parque, de hecho, aún lo visita, saca a su perrita y se ve con sus amigos allí. Dice que, aunque la visita del seleccionado brasilero fue un hito, el parque no se llama así por eso muchos están equivocados. Su nombre lo lleva, al igual que muchos lugares de Bogotá, porque estos sectores nacieron en un momento en el que Colombia estaba realmente consolidando las buenas relaciones con los países vecinos, las cuales no iban bien por las diferencias limítrofes. En ese sentido López Pumarejo para cambiar el lenguaje y la mentalidad, reactiva las relaciones estableciendo un compadrazgo, por ello nombró avenidas con nombres de países vecinos o de sus capitales; también, construyó monumentos de grandes próceres y de figuras literarias, con el fin de terminar con los litigios fronterizos. Es por eso que se le conoce como parque Brasil, no por la selección y su visita. Además, al parque el Concejo de Bogotá le asigna ese nombre por el decreto 46 de 1943.

Luego de atravesar el hall, se encuentran las pérgolas del parque, un sendero que va de oriente a occidente y que queda al sur del parque. Caminarlo es transportarse al Golders Hill Park de Londres o al parque de José Antonio Labordeta en Zaragoza, parques que tienen este túnel cubierto de follaje, armonizando el estar allí. Mientras se recorre el espacio, en el que no parece florecer el follaje que debería cubrir las estructuras, se ve todo el parque, se vive el ambiente familiar, se ven los viejos, los niños, los padres, las madres, los jóvenes bebiendo, fumando o simplemente estando ahí, personas haciendo yoga, ciclistas que paran a darse una pausa. Se oye todo, el caer de las hojas, los pájaros volando, el correr de los perros y sus jadeos, los gritos y las palabritas de los niños y las niñas.

Son varios los sucesos  y mitos que hay alrededor del nombre del Parque Brasil, y aunque haya una verdadera historia, la realidad construida sobre los diferentes hitos que en el parque han sucedido no dejan de alimentar y fortalecer su existencia.

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