Opinión

Somalía: La guerra y el olvido

10 minutos

Publicación: 17 de Octubre de 2017

Autoría: David Mejía


Camión bomba en Somalía (EFE)

Existen ciudadanías de primera, segunda, tercera y, quizás, cuarta clase o más. Lo anterior no es una teoría, pensamiento o postura, es la constatación de una realidad. Realidad que resulta obvia, en cuanto es evidente que, la muerte de un estadounidense, francés, alemán e inglés es más mediatizada y suele cobrarse con sanciones, bombardeos o movilizaciones políticas por parte de las grandes entidades del sistema internacional.

En segundo escalón estarían los ciudadanos del “segundo mundo” rusos, polacos, chinos, coreanos, turcos, etc. Y así descendiendo hasta los afganos, kurdos, etíopes y somalíes: los pobres, los intocables, aquellos que, en muchos casos, no tienen ni eso: una ciudadanía propia.

En la columna de hoy quiero centrarme en los somalíes, o más bien en Somalia y sus acontecimientos en décadas recientes.

En Somalia se vive hoy una sangrienta guerra civil, olvidada como muchas otras que lo fueron y otras que lo son hoy. Conflictos como los que padecen hoy: Yemen, Libia, Sudan del Sur, la República Centroafricana, Congo. Esas de las que se habla poco o nada en prensa y en la academia, y que contrasta en esos aspectos con conflictos como el iraquí y el sirio.

Incluso hoy, que quiero escribir sobre la guerra civil en Somalia debo hacer un mea culpa; ya que tuvo que darse un atentado de más de trescientos muertos, el peor en la historia somalí, para impulsarme a escribir estas letras.

Desde su unificación e independencia, en las postrimerías de la segunda posguerra mundial, Somalia fue rápidamente azotada por la pobreza y la hambruna, y desde finales de la década de los 80s se sumaría a estos problemas endémicos la violencia, que azota al país hasta el presente.

Entender el inicio de la guerra en Somalia suele ser complejo, algunos le atribuyen el inicio de las hostilidades a un levantamiento popular contra un gobierno corrupto, que tenía sumido el país en la pobreza; mientras otros apuntan a cuestiones étnicas o la dinámica armada propia de la guerra fría. Lo cierto es que Somalia era, y es, un país en el que señores de la guerra locales tienden a tener suficiente poder militar como para retar a las fuerzas del Estado.

La guerra civil escalaría a momentos dramáticos, en los año noventa, cuando se temía situaciones de limpieza étnica o muerte masiva de civiles por inanición, lo que impulsó una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para una intervención humanitaria liderada por Estados Unidos. De este episodio existe una famosa película de guerra norteamericana “Black Hawk Down (2001)”, en la que se ve el fallo de la intervención humanitaria al encontrarse las fuerzas militares estadounidenses arrastradas a un conflicto urbano, muy costoso en vidas. Una guerra en la cual la mayoría de ciudadanos estadounidenses no entendían porque se habían visto arrastrados.

Tanto norteamericanos, como demás fuerzas de Naciones Unidas se retirarían abandonando Somalia a su suerte a mediados de los noventa. Somalia se mantendría sin variación durante una década, con sus problemas de violencia, hambre y pobreza.

La violencia volvería a intensificarse a partir del año 2006 al verse atrapada Somalia en la ola de islamismo radical que recorría el mundo. En este año se alzaría al sur del país un movimiento de tintes islamistas conocido como la Unión de Cortes Islámicas, que lograría someter la zona meridional de Somalia durante un corto tiempo.

A partir de ese momento, Somalia se transformaría en un campo de batalla entre el gobierno Somalí respaldado por la Unión Africana y los gobiernos occidentales de un lado, y movimientos islamistas como al-Shabaab, al-Qaeda y más recientemente Estado Islámico.

Es en este periodo, realmente anárquico, cuando Somalia adquiere la fama internacional por ser el epicentro de la piratería marítima moderna. Decenas de naves que recorrían la costa africana oriental fueron asaltadas por bandas de alta mar y saqueadas. Es también un periodo de terrorismo extremo, en el que las bombas y las masacres se han vuelto comunes.

La deplorable situación de Somalia, hoy se mantiene, básicamente con un gobierno que se sostiene gracias al apoyo de las Naciones Unidas y a los ejércitos de Kenia, Etiopía, Nigeria y Burundi; todos aglutinados en la misión para Somalia de la Unión Africana.

Atravesada por los extremismos, fraccionada territorialmente en feudos gobernados por señores de la guerra, intervenida militarmente desde el extranjero, con hambrunas esporádicas y pobreza permanente, ese es el pasado, presente y futuro inmediato de una Somalia olvidaba, mientras nos llenamos de ánimos para disfrutar los siguientes partidos de fútbol en Europa y subir a nuestros facebooks indignación por la situación de los niños en Siria o Iraq.


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