Opinión

Tres días sin IVA: la gula masiva, consciente y promovida

15 minutos

Publicación: 25 de noviembre de 2020

Autoría: Juan Dávila

Cuando Evagrio, monje cristiano, empezó a estipular los 8 pecados mortales, que luego se convertirían en 7 gracias al papa Gregorio, me pregunto si por su cabeza en algún momento pasaba que un país, mayoritariamente católico, que promulga los “valores cristianos” como en ocasiones lo ha hecho el presidente de Colombia, Iván Duque; que sería una nación desbordada por la vanidad, la gula, la envidia y sobre todo la avaricia. Estos serían a grandes rasgos, la descripción perfecta de las tres jornadas sin IVA, propuestos desde el gobierno nacional.

En el 2020 el coletazo del Covid-19 nos alcanzó en todas partes del mundo, unas con mejores manejos que otras pero con un impacto económico global que no deja duda sobre la crisis y recesión que se nos avecina. Con infulas de “estimulación y reactivación económica”, según diversos medios junto con las diversas entidades gubernamentales, desde FENALCO surgió la propuesta de realizar una jornada sin un impuesto que grava diversos artículos que no son de primera necesidad con un 16% adicional al costo del producto con el fin de subsanar vacíos económicos del país, dicho impuesto nos aqueja a los colombianos y colombianas desde los años 70.

Corría el segundo mes de cuarentena en Colombia y en diversas partes del territorio nacional se veían gran cantidad de trapos rojos por las ventanas, señal que se estableció dentro de la sociedad para anunciar que se necesitaba ayuda alimentaria, gente que no tenía ya nada que comer ni recursos para poder acceder a ellos. Durante este periodo se vivió el primer grandioso día sin IVA, una multitud se abalanzó a las grandes cadenas de supermercados y tiendas de electrónica para abarrotarse de cosas supremamente necesarias durante la cuarentena televisores, consolas, computadores, celulares, entre otras tantas, que si bien para pasar el tiempo son útiles, no se comparan con el hecho de cientos de personas aguantando hambre, peor aún, la mayoría de estas compras masivas se hicieron a crédito.

Las ayudas del gobierno empezaron a llegar en forma de mercados y apoyos económicos, que al menos en Bogotá es de $160.000, elementos que se consideran suficientes para el mantenimiento de un hogar, muchas personas adeudan sus arriendos, para el punto más álgido de la cuarentena donde la gente se empezaba a quedar sin comida, incluso aquellas que en una oportunidad habrían comprado durante la primera jornada de “reactivación económica”, ahora pedían ayudas del gobierno, esas que hasta el día de hoy dicen que son suficientes.

Empresa públicas y privadas adelantaron sueldos, primas, vacaciones, diferentes montos salariales a las personas para que pudieran participar activamente de la jornada de compras, para adelantar compras navideñas, mercado de esas golosinas que tanto nos gustan, comprar cualquier tipo de productos grabado con el IVA, porque esa era la solución para la economía, las grandes empresas y cadenas de almacenes son las que necesitaban esos ingresos, porque en medio de una pandemia junto con una crisis económica que se avecina, gastar a manos llenas es la solución.

En un país como Colombia donde la desigualdad social se ve todos los días a la vuelta de la esquina, los contrastes entre personas con oportunidades económicas y las personas con menores ingresos, se ven a diario, la indiferencia, la indolencia y la desconfianza se ha convertido en nuestras armas para enfrentarnos ante las personas, no todas, pero sí la gran mayoría. Esto hace aún más compleja la situación, porque nos concentramos en tener cada uno de nosotros y nosotras, sin importar cómo afecte a otras personas.

Tras los diferentes balances de los medios como Caracol, El tiempo, RCN, El espectador, entre otros, dieron un balance siempre “positivo” para la economía, pero la realidad aún está por verse, se hablan de ventas de mas de 20 billones de pesos, todo en grandes cadenas de e-comerce y almacenes de cadena, pero algo que, al menos en lo personal no sabía, para acceder al beneficio de la exención del impuesto era obligatorio pagar con tarjeta débito o crédito. Condición que muchas personas, al igual que yo, desconocían y generó diversas molestias para hacer las compras con el “fabuloso descuento”.

Durante el tercer día sin IVA se veían peleas con personas encargadas, de almacenes, tiendas y con diferentes asesoras y asesores gracias a la desinformación colectiva, las filas eran largas, cambiaban según el horario, en la mañana muchas personas se desilusionaron al conocer la condición junto con que los almacenes de cadena tenían prohibido vender tecnología para evitar las peligrosas aglomeraciones de la primera jornada que según medios oficiales no es posible demostrar o no el aumento o la disminución de contagios del virus gracias a las multitudes que dejó la primera jornada.

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