Opinión

Un asesinato Bipartidista. La historia del parque La Magdalena

15 minutos

Publicación: 12 de noviembre de 2020

Autoría: Omar Pacheco

Es complejo llegar a un lugar cuyo nombre ha sido cambiado por las circunstancias. Difícilmente se llega por las vistosas calles de la localidad de Teusaquillo pronunciando un par de nombres longevos, roídos y desgastados por el tiempo, enterrados en el subsuelo del olvido, con los que en algún momento un parque se identificó, atravesado por las historias que sucedieron allí, relatos que seguramente no tienen importancia, pero que merecen ser contados yendo en contravía de lo que en Colombia se entiende por memoria: olvido.

De un lado a otro, Mamatoco o Santos Chocano, se puede pronunciar una y otra vez, buscando pistas que puedan dirigir el rumbo hacia el cuadrilátero que tuvo que soportar el nocaut de un boxeador; intentando hallar el suelo que se inundó con la sangre…, como el diario el Siglo propiedad de Laureano Gómez  titulaba el asesinato del también periodista Francisco Pérez, conocido por algunos como Mamatoco el 15 de 1943.

Ese suelo, ese ring, que en realidad es un parque, cuyo nombre antes de 1943 era Santos Chocano, como el poeta peruano, estrechamente relacionado con los dictadores Augusto Leguía de Perú y Manuel Estrada Cabrera de Guatemala, país en el que iba a ser fusilado por ser seguidor y leal aliado del autócrata Estrada Cabrera, pero que por la presión del Papa Benedicto XV, el Rey de España Alfonso XIII, el régimen conservador colombiano y sobre todo del poeta Guillermo Valencia, fue enviado nuevamente a Perú. ¿Cómo es posible que un personaje tan cuestionado y con ese lastre sea tomado como referencia para nombrar un parque de un naciente barrio en Bogotá?, se pregunta consternada la historiadora Clemencia.

Explica Clemencia, durante la hegemonía conservadora, Colombia tuvo fuertes dificultades diplomáticas con Perú, las cuales desembocaron en la guerra colombo-peruana entre 1932 y 1934,  finalmente y en homenaje al poeta, decidieron llamar al parque La Magdalena como el poeta José Santos Chocano, asesinado en 1934 en Santiago de Chile.

La Magdalena nació de la quinta que llevaba su nombre desde finales del siglo XVIII, se menciona en la investigación La Magdalena, consolidación urbana de una antigua quinta (1934-1951). Trazado bajo la concepción modernista que había empezado a influir y permear a Bogotá a través de la concepción de diferentes arquitectos y urbanistas que venían de Europa, entre los que se resalta Karl Brunner.

Las familias aburguesadas, agobiadas por el caos que representaba el casco histórico para ese momento, comienzan a solicitar a las diferentes firmas de arquitectos edificaciones con las que el barrio La Magdalena, poco a poco, iría creciendo, avivando nuevos modelos de vida representados en el lenguaje arquitectónico de las edificaciones que se estaban haciendo a través de la ruptura total con el referente colonial. Esto hacía evidente un proyecto higienista de ciudad, con jardines, parques y aire puro, que en esencia era lo que finalmente representan las nuevas urbanizaciones como Teusaquillo, Santa Teresita y La Magdalena, resalta la investigación producto de la beca de investigación ofrecida por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.

En ese barrio patrimonial, a una cuadra de la Caracas y rodeado por la calle 39a, se encuentra una pequeña isla de vegetación en medio de construcciones estilo tudor inglés, es el parque La Magdalena, homónimo del barrio en el que se ubica.

Francisco Pérez fue un fugaz y poco exitoso boxeador, brilló una noche de marzo en el Teatro Olimpia de Bogotá, con casa llena, Mamatoco, como se le apodaba a Pérez, se enfrentó al cubano David García, mejor conocido como Trinity Bill Scott, peleador que había tenido cierto éxito en Florida, Estados Unidos, pero que de un golpe directo de izquierda, fue derivado por Mamatoco, la celebridad y símbolo de aquella noche. Además de orbitar en el boxeo, Pérez fue también agente de policía, instructor de esa misma institución y, con la ayuda del poeta Rafaél Tamayo, se había inmiscuido en el oficio del periodismo con el semanario La voz del pueblo.

Su ejercicio periodístico lo dedicó a denunciar las irregularidades dentro de la Policía, los malos tratos, la pésima remuneración, la desmejorada indumentaria, entre otras cosas, que le harían conseguir algunos efectos dentro de los agentes que estaban de acuerdo con sus críticas, y aversión de otros.

Por ese entonces, dos representantes de las elites prestantes colombianas, Laureano Gómez por los conservadores y Alfonso López Pumarejo por los liberales, se  declaraban su enemistad. Pumarejo, único presidente en ser reelegido durante el siglo XX, fue escogido mandatario en 1934 con el apoyo de Gómez, incluso, de acuerdo con El Tiempo, hubo una declaración en la que Alfonso López manifestaba que mi amistad con Laureano Gómez es digna de respeto.

Sin embargo, Laureano Gómez no se hizo esperar y con sus afamadas agresiones ante sus contendores políticos, emprendió su oposición al gobierno liberal. Sus ataques estuvieron dirigidos principalmente a la Legislación Laboral, la cual Gómez consideraba peligrosa dado el contexto internacional en el que el fantasma del socialismo obrero rondaba Europa, y de la mano de María Cano en 1926, Colombia también.

El conservadurismo, con facciones nacionalistas y franquistas, promotoras de la ultraderecha fascista en el país, se resistía a permitir que la organización obrera recibiera “beneficios” por parte del Estado. Aunque la legislación tuvo respaldo por el Partido Comunista, La Reforma de 1936 no representaba ningún reto para el statu quo y el establecimiento, como así lo proponía Gómez, La Reforma Constitucional de López Pumarejo fundamentalmente reglamentaba una mayor injerencia del Estado en la educación, los conflictos sociales y laborales, las relaciones patronales y la vida económica del país. Paralelamente, se proponían mayores libertades al ciudadano como la libertad de cultos y de enseñanza, menciona Horacio Duque en su texto El fascismo en Colombia.  

En ese sentido se vislumbra una rencilla entre liberales y conservadores en la disputa por el poder político, puesto que en las funciones concretas con las que debía cumplir el Estado frente a la ciudadanía quedaron relegadas.

Con los ánimos caldeados, de acuerdo con información presentada en el Espectador por Diego Firmiano el 15 de julio de 2014, un informe enviado por Edgard Hoover, director del FBI, le anuncia al gobierno de López Pumarejo que se estaba fraguando un golpe de Estado, en los que estaban involucrados militares, curas, ciudadanos alemanes y, haciendo especial hincapié el comunicado nombraba las actividades peligrosas que el periodista y boxeador Francisco Pérez estaba realizando. Además, se dijo que tuvo reuniones con nazis, además se le vinculó a Eduardo Bonito, investigado por fraguar el golpe de Estado contra López Pumarejo, dice Clemencia.

El 15 de julio de 1943 se encontró el cuerpo de Francisco Pérez apuñalado en 19 ocasiones. Las investigaciones llevaron a los asesinos de Pérez, dos policías que de acuerdo con el FBI, lo hicieron por su cuenta para tener la estima de sus superiores.   Laureano Gómez aprovechó para utilizar la muerte de Pérez y desestabilizar al gobierno de Alfonso López, y desde su El Siglo,  preguntar día a día ¿Quién mató a Mamatoco?

Son cinco hipótesis las que rodean el asesinato de Mamatoco:
  • Se dijo que uno de los hijos del presidente Alfonso López Pumarejo lo mandó matar porque Mamatoco lo estaba extorsionando y amenazando con publicar en La voz del pueblo, su infidelidad con la esposa de un alto funcionario.
  • Otra, en la que se vio inmiscuido Alfonso López Michelsen, se dice que Mamatoco supo que un carabinero fue asesinado luego de sorprender a  Michelsen teniendo sexo con una mujer en su carro, para evitar que se difundiera lo ocurrido, lo asesinaron a él tembién.
  • Una más, en la que Laureano Gómez insistió, y es que Francisco Pérez fue asesinado porque iba a revelar información sobre serías fallas del gobierno de Pumarejo.
  • La siguiente relacionada a sus insistentes denuncias sobre la Policía que Pérez y que tenía molestos a varios altos oficiales al interior de la institución.
  • Y finalmente, que fue asesinado por los nexos y simpatizar con nazis alemanes que residían en la Costa Atlántica con los que se estaba fraguando un golpe de Estado.

El caso Mamatoco no logró resolverse con éxito, los supuestos culpables capturados escaparon durante el bogotazo y no se logró esclarecer nada, ahora muchos visitan el parque, pero pocos, o quizá ninguno, recuerda la fría historia que guarda el parque  y  que tuvo un final fatal en medio de la política y la violencia bipartidista del momento.

El sol de mañana cae llenando de luz el lugar de oriente a occidente. Iluminan los Cayenos; las Acacias moradas; el árbol de Caucho; los Pinos Libros; los árboles de Eugenias de fruto morado; los gigantes árboles Urapán; las Acacias japonesas y negras; el árbol de Durazno común; El árbol de Chicalá y el Sauco.

Aparecen en escena los primeros visitantes del parque. Unos simplemente atraviesan, otros se quedan unos momentos a manera de pausa y siguen su camino, dos se quedan utilizando el gimnasio al aire libre.

El césped pasó de ser verde a amarillo, se ve mucho más encendido con el sol de mañana. En partes del parque la marcha incesante de los visitantes al parque ha producido parches negros de tierra en los que no ha vuelto a crecer el kikuyo, una especie de pasto originaria de África Oriental. Llegó a Colombia de la mano del gobierno conservador de Laureano Gómez. Es una variedad dañina, extermina la diversidad botánica que esté alrededor, en consonancia con la historia de exterminios que ha tenido que vivir el país. La historia data que las semillas de kikuyo fueron lanzadas desde aviones, para el uso de la ganadería extensiva, envolviendo e invadiendo rápidamente los suelos y subsuelos de Bogotá, consumiendo la flora nativa impidiendo su regeneración.

El suelo está cubierto por hojas de Chicalá, frutos de Eugenias y colillas de cigarrillo; las canecas están atiborradas de basura, se distinguen – en su mayoría-  latas de cerveza y botellas de trago, es como si este parque viviera en una eterna verbena, menciona Ricardo, un vecino del barrio haciendo referencia a unas personas que viven del reciclaje y que beben unos tragos en un extremo del parque. Generalmente eso es lo que se ve caída la noche en el parque La Magdalena, aunque son como las 12 del mediodía, consumo de trago y música en el altavoz de los teléfonos móviles, añade Ricardo.  

“En otoño sopla un viento frío”, recuerdo ese pequeño fragmento del Imperio de Ryszard Kapuściński, en el que hacía alusión a su natal Pinsk, pequeña ciudad bielorrusa,  mientras la ventisca álgida de medio día resopla por todo el parque; en medio, un hombre dice: Bogotá tiene la particularidad de vivir entre el verano y el otoño, interrumpido por el invierno, ¿no le parece eso precioso? mientras mueve sus manos en un tenue intento por calentar sus manos. Asiento con la cabeza mientras el sol se posa y muestra todo su brío en la mitad del firmamento.

Las nubes empalidecen el día, entre cuchicheo y cuchicheo se oye la voz de uno de las personas que recicla Hoy llueve, esas nubes que vienen de la montaña traen agua, aconseja moverse y cubrir los carros con el reciclaje con un plástico. Se ocultan bajo el árbol que más espesor tiene en sus ramas superiores y que les sirve como techar, se abrigan y siguen  conversando, por lo menos mientras terminan el cuncho.  

El sol es ya un recuerdo, no llueve: ya no llueve,  el sol ve los estragos que dejó el chubasco de la tarde. El petricor del Mamatoco o La Magdalena o como se le quiera llamar, evoca un sinfín de historias, anacronismos vistos desde distintos ámbitos que entretejen lo real y lo imaginario. Un habitante de calle se sienta en una de las bancas, esperando a terminar el cigarrillo que disfruta, esperando su último round.    

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